Entrando Elizabeth Hall, uno se daría cuenta de una máquina de chicle, pero esta máquina no tiene chicle, al contrario, esta máquina tiene bolas de plástico que tienen un poema.
Estudiantes, empleados y visitantes de Weber State University pueden pagar 25 centavos para recibir un poema de esta máquina.
Laura Stott, una instructora aquí en Weber State University, es la encargada de esta máquina. Stott dice que la inspiración de la máquina de poemas viene de Trish Hopkinson, una poeta, que creó una máquina similar en Provo.
Cuando Stott aprendió de la creación máquina de Hopkinson, pensó que sería algo creativo y divertido recrear en Weber State University.
Stott trajo la idea a Metaphor, la revista literaria de estudiantes, y Sigma Tau Delta, la sociedad de honores Inglés. Los dos grupos se hicieron de acuerdos que sería una buena adición a la universidad y quisieron que se haga realidad, pero solo se quedó una idea por unos años.
“Es una de esas cosas que dices, ‘hay eso es genial,’ pero hacer la máquina una realidad fue difícil,” dice Stott.
Stott se preocupaba que la máquina sería muy cara hasta que Weber Book Links, una organización de comunidad que planea cada evento literario en Weber County, empezó el proceso de poner máquinas de poemas por todo el estado.
Hay dos máquinas de poemas en Ogden; uno en la librería Weber County Library y el otro en Queen Bee Bookstore en la calle Historic 25th Street.
Después de ayudar a armar las máquinas, Stott se dio cuenta que las máquinas no eran tan caras.
“Decidimos seguir con la idea,” dijo Stott, “Y decidimos comprar la máquina más grande.”
Stott explica que todos pueden presentar trabajo a la máquina de poemas, no solo necesita ser poemas, sino también prosa o cuentos.
“He hecho que los estudiantes envíen no-ficción. Aunque sea una máquina de poesía también tiene prosa,” dice Stott.
Lo que los estudiantes deciden enviar también necesita cumplir un criterio para ser escogido para la máquina. Si no es un poema necesita ser nada más de 200 palabras y para la poesía no puede ser más de 10 líneas.
Los escritores pueden enviar su poesía o prosa a [email protected].
Típicamente, la máquina está llena, pero hay un debate chiquito con los que se encuentran con la máquina de poemas.
Ahorita, la gente necesita pagar 25 centavos por un poema, pero Stott ha recibido comentarios de los estudiantes que casi nadie lleva monedas.
“Me gusta la idea de alguien pagando por algo. Para mi parece que le da valor a recibir los poemas,” dice Stott.
Stott dice que cuando sacan a la forma de pagar de la máquina que ya no se puede meter devuelta. Ahorita el dinero de la máquina va a imprimir los poemas y comprar las bolas, pero Stott dice que va hablar con los estudiantes y quizás en el futuro sería gratis.
Otro futuro potencial para la máquina es moverlo a otro lugar para que más estudiantes puedan verlo, menciona Stott. Stott ha recomendado que lo muevan a Shepherd Unión para que todos podrían tener chance de ver a la máquina.
Stott explica que casi todos los estudiantes saben de la máquina en Elizabeth Hall la mayoría del tiempo y quiere compartirlo con el resto de la universidad, que quizás no sepan de poemas a 25 centavos.